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La cocina inteligente ya está aquí

Parece que la inteligencia artificial está destinada a cubrir todas esas actividades que son prescindibles al ser humano. Un nuevo sensor será capaz de monitorizar todas las actividades que sucedan en una estancia de la casa.

¿Habéis visto “2001: Una odisea en el espacio” de Stanley Kubrick? En ella la inteligencia artificial llamada Hall consigue hacerse con el control de la estación espacial en la que se encuentra uno de los protagonistas. Este software, creado por los propios humanos, convertía toda la estación en un espacio inteligente, donde la actividad humana quedaba reducida a dar órdenes a esta inteligencia.

Es por esto que debemos preguntarnos: ¿son las casas digitales el futuro? Parece que así es. Pero no os preocupéis, la distopía en la que la inteligencia artificial se revela contra el humano no parece ser uno de los objetivos a cumplir.

Pues bien, ahora Gierad Laput, alumno de posgrado de la Universidad Carnegie Mellon (EE.UU), se ha basado en estas teorías futuristas y ha creado una forma de combinar diferentes sensores de un tamaño reducido, y que son capaces de monitorizar las actividades que suceden dentro de la cocina.

El Gran Hermano de Orwell convertido en sensor

Esta maravilla tecnológica forma parte del proyecto Synthetic Sensors y será capaz de averiguar cosas como cuántos trozos de papel de cocina quedan, cuándo entra o sale una persona de la cocina, o cómo hacer informes sobre el bienestar de un individuo que se encuentre en la sala. Las rutinas de los seres humanos podrán ser controladas de esta forma gracias a la utilización que se hace de los electrodomésticos.

Esta novedad, se presentó en la Conferencia de Interacciones ordenador- humano CTI en Denver
(EE.UU) como una alternativa apta para los dispositivos actuales que no terminan de funcionar bien entre ellos. Además, aunque su fabricación aún sigue siendo costosa, Laput considera que si se fabricasen en masa su precio podría rondar los 27 euros, un precio para el futuro más que económico.

Un examen más que aprobado

Para probar su fiabilidad y su precisión, los 100 dispositivos existentes por el momento fueron sometidos a diferentes pruebas en los que dieron buenos resultados. Los sensores fueron colocados en diferentes espacios dentro de un mismo edificio y dejaron que actuasen durante semanas.

¿Qué sucedió? En la cocina fueron capaces de detectar un grifo abierto o la acción de coger un trozo de papel. En el despacho monitorizaron las llamadas y la entrada y salida de la estancia. Y por su parte, en la zona común rastrearon el funcionamiento de la cafetera y de la nevera.

Además, uno de los puntos fuertes de estos sensores es la inexistencia de cámaras, cosa que los investigadores buscaron evitar en todo momento, ya que cuando son instaladas en un hogar pueden llegar a ser invasivas. Y aun así, su nivel de detección ha sido asombroso, de un 96%. No obstante, es muy probable que el invento necesite mejoras para llegar a convertirse en un producto comercial.